En una letra brincaban las palabras,
En los oscuros cojines del descanso de los perros,
Con calientes olores y ojos como queso
Cantando la virgen se montó entre aplausos
Hizo el espectáculo más plausible de los últimos años
Cayó en un instante la institución sacrosanta
Corrieron las golondrinas a volarse con las ratas,
La educación libero el conocimiento que oprimía:
Se extinguió la escuela.
Con lápices grises escribimos la prosa última
Que dio adiós a las pestes milenarias,
Se encendieron los juncos,
Por fin la niebla se disipo
De las plazas y las palabras.
El sexo surgió de nuevo,
En gloria e infinita magnificencia.
Los cantores volaron y los piratas se hundieron
Los empresarios aun buscan sus anhelos…
Pero su pasatiempo cayó al lago…
Vimos cantar la noche y los recuerdos,
Florecieron y luces campanas de plata
Se encendieron en los ojos,
La soledad calmo su impropia agonía
Y los comentarios vibraron en los molinos del nuevo tiempo gozoso.
Acantilados despojaron las explotaciones,
Y la maquina se reconcilió con el humano,
El capitán asumió, a la deriva,
Y los ponchos atestaron los comedores,
La música crecía entre cajones,
Los cajones cantaban a tres voces,
Todo fue jolgorio hasta que cayó la noche
Y se levantó el día…
Allí, y solo allí el trabajo cobró su sentido,
Y los hijos de las vigas se organizaron para el edén,
Pero no faltaron fuerzas,
Todo mundo vio crecer,
Un sueño en sus propias manos,
Una flor en el jardín de todos,
Un portento de poesía que nunca quisiéramos se canse
Y deje de latir…
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